La sequía que ha azotado a Durango durante los últimos tres años ha transformado radicalmente el paisaje de la región. Donde una vez las aguas de la Presa Guadalupe Victoria se extendían, hoy solo queda un sombrío retrato de sequedad y abandono. El embalse, que alcanzó por última vez su capacidad total en julio de 2021, ahora opera a meros vestigios de su potencial, con solo el 40% de su capacidad usual, lo que equivale a 35 millones de metros cúbicos de los 90 millones posibles.
El Dr. Víctor Hugo Randelés, meteorólogo de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en Durango, confirma este panorama desalentador. Mientras tanto, el espejo de agua se ha reducido drásticamente, dejando expuesta una vasta extensión de tierra árida y piedras. Incluso, la madera arrastrada por el viento y alguna vez flotante ahora yace quemada en la parte baja de la compuerta, testimonio del extremo estado de sequedad.
Sin embargo, en medio de esta crisis, CONAGUA ha encontrado la oportunidad de realizar mantenimiento preventivo en las compuertas y sus mecanismos, una tarea crucial para garantizar la funcionalidad de la infraestructura en espera de tiempos mejores. Según las proyecciones de modelos matemáticos, hay un rayo de esperanza: las lluvias esperadas para julio de este año podrían aliviar temporalmente la situación, aunque no suficiente para revertir la sequía por completo. El Distrito de Riego ha solicitado generar trabajos que permitan "acercar" el agua a la compuerta. Hay que mencionar que el espejo de agua, en este momento, se encuentra a mas de 50 metros del vertedero. Otra señal de la inclemente sequía.
Además, con el inicio de la temporada de ciclones tropicales el 15 de mayo, lo que normalmente sería una amenaza se convierte en una potencial bendición. Estos fenómenos naturales podrían traer las precipitaciones necesarias para mitigar algunos de los efectos más severos de la sequía en algunas áreas.
Este panorama de extremos climáticos destaca la volatilidad del ambiente y la urgencia de adaptarnos a una realidad donde el agua, un recurso una vez abundante, se ha convertido en un bien cada vez más preciado y escaso. Mientras Durango se prepara para enfrentar estos desafíos, la comunidad y sus líderes deben permanecer vigilantes y proactivos, buscando soluciones sostenibles para preservar cada gota de este vital recurso.