La administración del presidente Donald Trump ha endurecido sus acciones contra la Universidad de Harvard, en un movimiento que amenaza no solo su modelo educativo, sino también la permanencia de miles de estudiantes internacionales.
El Departamento de Seguridad Nacional ordenó a la universidad entregar antes del 30 de abril registros detallados sobre "actividades ilegales y violentas" vinculadas a sus alumnos extranjeros, quienes representan el 27% del total en el campus.
Además, el gobierno anunció la cancelación de dos subvenciones federales destinadas a la institución, por un total de 2.7 millones de dólares. Esta decisión se suma a la congelación previa de más de 2 mil millones en subvenciones y contratos, lo que marca la séptima ocasión en que la Casa Blanca bloquea recursos a universidades de élite durante esta administración.
El enfrentamiento escaló luego de que Harvard se convirtiera en la primera universidad en desafiar abiertamente las demandas del gobierno federal sobre temas como el activismo estudiantil, la diversidad y el manejo de denuncias de antisemitismo. Trump acusó a la institución de promover ideologías que "inspiran a terroristas" y sugirió en redes sociales que debería perder su estatus de organización sin fines de lucro si continúa por ese camino.
La Casa Blanca ha exigido a Harvard una serie de reformas, incluyendo cambios en el liderazgo universitario, una revisión en sus políticas de admisión, y el retiro del reconocimiento a ciertos clubes estudiantiles. También pidió que se auditen las opiniones sobre diversidad dentro del campus.
El presidente interino de Harvard, Alan Garber, afirmó que la universidad no cederá ante las presiones del gobierno. Horas después, la administración Trump amplió su respuesta congelando 2 mil 200 millones de dólares adicionales en subvenciones plurianuales, además de 60 millones en contratos federales.
El estratega conservador Christopher Rufo, cercano al entorno de Trump, ha llamado a despojar a Harvard y otras universidades de la Ivy League de sus beneficios fiscales, acusándolas de discriminación contra estudiantes blancos y asiático-estadounidenses. También criticó eventos como graduaciones exclusivas para ciertos grupos étnicos, y una obra teatral en 2021 reservada para personas negras.
Para el gobierno de Trump, Harvard representa el primer gran frente en su intento por reformar el sistema universitario estadounidense, al que acusa de haberse convertido en un bastión de ideologías progresistas y antisemitismo. La batalla promete escalar, con miles de estudiantes y millones de dólares en juego.