El Estado de México, tierra de contrastes y tradiciones arraigadas, presume de una historia de más de 60 años en el fútbol americano. Desde sus inicios, este deporte ha cautivado a miles de mexiquenses, quienes han encontrado en él una pasión que se transmite de generación en generación.
En el emparrillado, la unión, el compañerismo y el rigor se convierten en los pilares fundamentales para alcanzar la victoria.
Mencionar fútbol americano en el Estado de México es sinónimo de Potros Salvajes. Este equipo, con su emblemático verde y oro, se ha convertido en un estandarte de este deporte en la entidad, cosechando triunfos y dejando huella en el Olimpo del emparrillado nacional.
Los Potros Salvajes son más que un equipo, son una familia, una comunidad unida por la pasión. En cada jugada, en cada entrenamiento, se refleja el trabajo arduo, la disciplina y la entrega de estos jugadores que buscan dejar en alto el nombre del Estado de México.
El fútbol americano no es solo un deporte, es una experiencia que despierta pasiones y alimenta la sed de triunfo de sus participantes. En cada yarda recorrida, en cada pase completado, se respira la adrenalina y la competitividad que caracterizan a este deporte.
El ovoide, caprichoso por naturaleza, solo premia a aquellos que trabajan con rigor y dedicación. Los jugadores de fútbol americano lo saben, y por ello entrenan incansablemente, buscando pulir sus habilidades y alcanzar la excelencia en cada jugada.
Más que un simple juego, el fútbol americano en el Estado de México es una expresión cultural que une a las personas y despierta emociones. Un deporte que enseña valores, fomenta el trabajo en equipo y brinda la oportunidad de alcanzar la gloria