La cultura del narcotráfico ha influido también en el ámbito musical, donde es cada vez más común que artistas emergentes canten sobre narcotraficantes conocidos en el país o sobre cómo obtienen bienes de manera ilícita. Sin embargo, los llamados "narcocorridos" no son un fenómeno reciente; tienen una historia de más de 100 años que se remonta a la época porfiriana
Los narcocorridos tienen su origen en los corridos tradicionales, un género musical que se popularizó durante el Porfiriato, cuyo propósito era relatar las historias del pueblo y reconocer actos heroicos. Inicialmente, estos relatos se publicaban en periódicos, lo que facilitaba su difusión entre la población. El primer corrido registrado en México fue el de Macario Romero, que narra la historia de un hombre que, a pesar de las advertencias de su general sobre el peligro que enfrenta, decide ir a ver a su novia. Al llegar, lo traicionan y es asesinado a tiros, jurando en sus últimos momentos que su hermano lo vengará. Este corrido ha sido interpretado por varios cantantes actuales, quienes han hecho ligeras modificaciones al relato original.
En 1914, los corridos evolucionaron para relatar historias ficticias y difundir mensajes políticos. Figuras como Emiliano Zapata y Francisco Villa inspiraron sus propios corridos
En 1931, los músicos José Rosales y Norberto González fueron los primeros en grabar lo que se considera "el primer narco corrido", titulado "El Pablote". Esta canción relata la vida de Juan Pablo González, un conocido traficante de Ciudad Juárez, quien se convirtió en el primer capo en tener un corrido propio. La letra destaca su final violento y el temor que inspiraba, así como su capacidad para actuar impunemente, sin que la policía interviniera, denunciando los actos de corrupción que prevalecían en esa época. González llegó a ser considerado "el rey de la morfina al norte del país".
"Vuelven a echarse balazos (...) Agarrándose la cara el Pablote cayó herido. La bala cuarenta y cinco el pecho le atravesó. Y casi instantáneamente muerto en el suelo cayó. Hace diez meses exactos a Teódulo Álvarez mató. Quién lo había de decir que con la misma pagó". versa el narcocorrido
Con la llegada del cantautor Paulino Vargas a la escena musical junto a Los Broncos de Reynosa, los corridos comenzaron a mostrar admiración por los narcotraficantes y a hacer referencia a la portación de armas. Un ejemplo de esto es la canción "Cuerno de Chivo", en la que se menciona el desprecio hacia las autoridades federales y se narra la historia de colombianos que trafican "carga blanca". A pesar de contar vidas millonarias, muchas de estas canciones terminaban con el trágico destino de los narcotraficantes, como una forma de mostrar las consecuencias de involucrarse en actividades delictivas.
El éxito de este tipo de letras abrió camino a agrupaciones musicales como Los Cadetes de Linares, el fallecido Chalino Sánchez y los aún vigentes Tigres del Norte. Bajo esta misma línea, estos artistas cosecharon numerosos éxitos y un reconocimiento que perdura hasta el día de hoy. La popularidad de los narcocorridos fue tal que incluso trascendieron la música y llegaron al cine, con adaptaciones cinematográficas de temas populares.
Un ejemplo de esta transición es el corrido "Contrabando y traición" de Los Tigres del Norte, que inspiró la película Camelia, la Texana. Esta adaptación dio origen a al menos tres películas que continúan la historia de Camelia, su hijo y su relación con Emilio Varela, personaje mencionado en la canción
Conforme se acercaba el nuevo milenio, la popularidad de los narcocorridos comenzó a disminuir. Géneros como el duranguense y la banda con temas románticos empezaron a dominar el mercado, relegando este estilo musical durante varios años. Sin embargo, en 2009, El Komander revivió el género bajo un nuevo nombre: "El Nuevo Movimiento Alterado". Este resurgimiento fue replicado por otros grupos como Los Buitres de Culiacán, marcando el inicio de una nueva etapa en la música regional mexicana.
El Movimiento Alterado se caracteriza por contar historias de vidas excéntricas, lujos, violencia y narcotráfico. Su popularidad despegó gracias a que los artistas de este subgénero adoptaron vestimentas ostentosas y narraban relatos llenos de exceso y controversia. Esta nueva corriente fusiona elementos de los corridos tradicionales con influencias modernas, incorporando ritmos urbanos y progresiones musicales contemporáneas.
El Komander, considerado uno de los principales exponentes de este subgénero, cuenta con 7,047,211 oyentes mensuales solo en Spotify. Esto equivale a que toda la población combinada de los estados de Puebla y Colima lo escuchara. Gracias a esta popularidad, se estima que su fortuna oscila entre los 5 y 10 millones de dólares
Solo dos años después, Gerardo Ortiz irrumpió en la escena musical con los llamados "corridos progresivos", un subgénero que se alineó con el estilo del Movimiento Alterado. El término "corridos progresivos" comenzó a popularizarse porque el propio Ortiz lo mencionaba en sus canciones, presentándose como "los nuevos corridos progresivos de su compa, Gerardo Ortiz". Durante esos años, otros artistas como Régulo Caro y Alfredito Olivas adoptaron este tipo de música. Los corridos progresivos fusionan la complejidad de las melodías, la progresión característica del final de una tonada y la poesía tradicional de los corridos, añadiendo un tono bélico y agresivo. Interpretados en primera persona, estos corridos integran elementos de rock, indie y otros estilos musicales.
En este periodo, las letras de las canciones comenzaron a cargarse de simbolismos violentos, lo que llevó a la prohibición de los "corridos progresivos" en algunos estados, como Sinaloa. Desde 2016, la interpretación de esta música en eventos públicos está prohibida debido a su contenido alusivo a la violencia.
Este subgénero ha impulsado a sus exponentes a alcanzar gran fama y fortuna. Por ejemplo, Gerardo Ortiz posee una fortuna estimada en 10 millones de dólares, según "Celebrity Net Worth", lo que equivale a aproximadamente 191 millones de pesos mexicanos. Además, cuenta con más de 8 millones de oyentes mensuales en Spotify. Por su parte, Alfredo Olivas tiene una fortuna estimada entre 10 y 15 millones de dólares, y supera los 12 millones de oyentes mensuales en la misma plataforma.
El corrido Cara a la Muerte fue la canción que catapultó a Gerardo Ortiz a la fama y por consiguiente este nuevo subgénero. La letra narra cómo el protagonista anticipa su propio asesinato debido a los negocios ilícitos que realiza con un grupo contrario a sus antiguos socios. La historia del corrido describe de manera cruda y directa los últimos momentos del personaje
Los llamados corridos verdes, nacieron de la mano de agrupaciones como T3R Elemento, Ariel Camacho y Legado 7, quienes cantaban sobre el consumo de la marihuana y la cultura asociada a ella, siendo diferenciados de los narcocorridos, que abordan el narcotráfico y la vida de los narcotraficantes, pero teniendo en común la relación de una sustancia ilícita en el país.
Estos corridos, aunque no alcanzan la misma popularidad que los relacionados con la narcocultura, también gozan de un gran número de seguidores. La cantidad de oyentes mensuales varía según el artista, pero generalmente se encuentra entre los 4 y 6 millones.
"El corrido que yo canto, No es para un mafioso, es para un marihuano, Master Kush su favorita, Pistear Bucanitas, y un cuadro lavado. Blontes y bongs y una pipa, Papel de tortilla también ha rolado, Andar arriba es su estilo, Lo que le fascina es andar marihuano", versa la canción "El Afro" de Legado 7
Aunque todos los subgéneros mencionados anteriormente gozan de gran popularidad, fue el llamado corrido tumbado el que alcanzó un mayor éxito. Mientras que algunos géneros están dirigidos a públicos específicos, el corrido tumbado logró trascender esta barrera al no tener un público objetivo definido, lo que permitió que incluso personas que antes no se sentían atraídas por música con este tipo de letras comenzaran a escucharla.
Los corridos tumbados fusionan elementos del corrido tradicional con influencias de la música urbana, como el trap y el hip hop
Aunque surgió a mediados de la década de 2010, este subgénero alcanzó su mayor auge en 2019, teniendo a Natanael Cano como su máximo exponente y pionero. El género se caracteriza por abordar temas relacionados con la vida en los barrios, el amor y la cultura de las sustancias ilícitas, a menudo presentando una narrativa más personal y menos centrada en la figura del narcotraficante, en comparación con los narcocorridos tradicionales.
Canciones como El Drip y Amor Tóxico abrieron el camino para artistas como Peso Pluma, Junior H, Eslabón Armado y Luis R. Conriquez, quienes han logrado romper récords de audiencia, alcanzando reconocimiento internacional y generando grandes ganancias. Por ejemplo, Natanael Cano, a sus 23 años, ha amasado una fortuna de 3 millones de dólares y cuenta con más de 23 millones de oyentes mensuales, aunque aún por debajo de Peso Pluma, quien tiene 46 millones de oyentes y una fortuna de 20 millones de dólares.