Con el cierre de establecimientos no esenciales, sastrerías, empresas de manufactura de uniformes, muchos se han visto en la necesidad de bajar sus cortinas, pero la carestía imperante de llevar ingresos a sus hogares ha llevado a los sastres a la necesidad de reinventarse.
Como el señor Uriel Martínez quien con ayuda de otra persona elabora cubrebocas de tela que vende todos los días frente a su local cerrado entre los coches que esperan en el alto de un semáforo, por lapsos de horas, pues exclama que trabajar bajo los rayos del sol es agotador.
El confeccionista de cubrebocas, se dolió que es poco lo que se vende, pero sigue saliendo a promoverlos porque será bueno lo que llegue a sacar, es por ello que por ratos sale a las calles y vende sus productos que se diseñaron en varios colores y tienen un costo de 15 pesos.
Explicó que al inicio de la pandemia y cuando se cerraron los negocios llegó a vender hasta 50 cubre bocas en un día, pero ahora son menos porque no todos tienen la cultura de cuidarse.
Así como él, muchas personas más se han visto en la necesidad de reinventarse para seguir generando dinero, en este tiempo donde el gobierno federal, estatal, municipal, piden a los Mexicanos quedarse en casa para evitar más contagios por el Coronavirus, pero no se cubre al cien por ciento la necesidad alimentaria de la población.