Hace unas semanas, las redes sociales se polarizaron, luego de una denuncia por discriminación en un restaurante de la Ciudad de México.
Se reabrió el debate del racismo, que en ocasiones es invisible, pero siempre está presente en el país.
La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México establece que nueve de cada diez mujeres, discapacitados, indígenas, homosexuales, adultos mayores y pertenecientes a minorías religiosas, opinan que padecen discriminación por su condición; una de cada tres personas pertenecientes a dichos grupos dice haber sido segregado.
De acuerdo con el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), el estado de Guanajuato ocupa el cuarto lugar a nivel nacional en mayor número de quejas con 186, solo por debajo de la Ciudad de México (3,950) el Estado de México (832) y Jalisco (408).
Siendo los grupos indígenas uno de los principales sectores afectados por el racismo y la discriminación, pues son excluidos por su color de piel, su forma de hablar y manera de vestir.
Según un estudio de la Universidad de Guanajuato, la discriminación racial ha sido vinculada históricamente a la matriz simbólica con la ideología del colonialismo español.
Dictamina el estudio que la forma de vestir, que se traduce en un estigma discriminatorio que "consiste en subestimar a las personas que visten como indígenas, sin nunca hacer un balance sensato sobre la estética de los indígenas".
Ante esta situación, que está haciendo Guanajuato para combatir este tema.
El fenómeno no es nuevo, pero la conversación apenas empieza y el reto para las políticas públicas que combatan el problema todavía es largo.