Hace algunos años, era común salir a caminar por las tardes y encontrarse con los famosos ''negritos'' que emanaban de lo que en algún momento fue el ingenio azucarero, la fábrica industrial que hasta la fecha es reconocida como el corazón de Los Mochis.
Fue en el año de 1890 cuando Benjamín Francis Johnston llega al valle de El Fuerte a la edad de 25 años con grandes aspiraciones de crecer y progresar a base de trabajo, fue entonces cuando se asocia con Zacarías Ochoa y crean un trapiche que más tarde se convertiría en el gran ingenio azucarero en el año de 1894, que llevaría el nombre de Sinaloa Suggar Company y más tarde se llamaría United Suggar Company. Así lo atestigua Víctor Gutiérrez, miembro de la Comisión de Historia y Cultura.
''Se funda el ingenio azucarero Los Mochis que se llamaba Sinaloa Suggar Company y después United Suggar Company que creó el norteamericano Benjamín Johnston que primero se asoció con Zacarías Ochoa en Ahome y arreglar un trapiche que lo convirtieron en ingenio azucarero y posteriormente el construye este gran ingenio que sería el de Los Mochis''
Con el pasar de los años, el ingenio azucarero fue prosperando a base de la creación de azúcar y alcohol, este último dejaría de producirse años después por orden del gobierno, sin embargo, testimonios afirman que el alcohol se vendía en latas de 20 litros.
Con el desarrollo de la fábrica, se fueron creando pequeñas colonias alrededor del ingenio que se fueron expandiendo más y más con el pasar de los años, donde se fue introduciendo la actividad económica, naciendo así la entrañable ciudad de Los Mochis.
Fue un 16 de diciembre del año 2009 cuando los mochitenses escucharon por última vez los pitidos de la fábrica que ya funcionaba como alarma para muchos que se levantaban desde las 5 de la mañana, mismo pitido que anunciaba el final de toda una era de progreso y desarrollo.
Hasta la fecha, nuestros abuelos siguen recordando aquél ingenio que significó la fuente de vida para miles de familias que permitían llevar el alimento a la mesa y donde alguna vez hubo vida, esfuerzo y trabajo, hoy solo quedan los restos de lo que siempre será el corazón y el origen de la ciudad con vientos con olor a caña.