Eran las 3 de la tarde de un jueves como cualquier otro, un 17 de octubre, donde el ensordecedor sonido de disparos interrumpió la calma de las actividades cotidianas de Culiacán.
Lo que parecía una balacera frente a la Fiscalía General del Estado, poco a poco fue invadiendo a toda la ciudad. Más disparos, carros abandonados, personas corriendo refugiándose donde podían, mientras hombres encapuchados apuntaban con armas amenazando sus vidas. Todo era caos y confusión.
Los rumores comenzaron a circular: Ovidio, uno de los hijos del capo Joaquín "El Chapo" Guzmán, había sido arrestado, su hermano, junto a los "chapitos", paralizaron la ciudad en su intento de rescatarlo.
Las autoridades permanecían calladas, mientras vehículos incendiados bloqueaban las calles, y las redes sociales mostraban a los elementos de seguridad siendo desarmados, y cuerpos ensangrentados tirados en las calles.
Poco a poco la ciudad quedaba desierta, resguardada por sicarios improvisados, contratados esa misma tarde engrosando la estructura de la delincuencia.
El cuartel militar, el C4, y puntos de vigilancia militar, fueron sitiados por los hombres del cartel de Sinaloa, claramente rebasando a la autoridad, incluso, en medio del desorden 55 reos se fugan del penal.
No fue sino hasta alrededor de las 7 de la tarde, tras horas ininterrumpidas de disparos que comienza una calma aparente. Se esparce la noticia: el gobierno federal decidió liberar al hijo del capo para traer tranquilidad a Culiacán.
"Con el propósito de salvaguardar el bien superior de la integridad... acordamos suspender dichas acciones" Francisco Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana.
"Ellos tomaron esa decisión, y yo la derespaldé" Andrés Manuel López Obrador, Presidente.
Transcurrió una noche en la que nadie durmió, de manera aislada se veían en algunos sectores de la ciudad camionetas con hombres armados paseando en las calles con total impunidad.
Al día siguiente autoridades de los 3 niveles de gobierno al fin salieron a dar la cara, y en medio de declaraciones contradictorias confirmaron la detención y rápida liberación de Ovidio Guzmán, tras un fallido y descoordinado operativo.
"Una patrulla integrada por 30 elementos de la Guardia Nacional y Sedena se encontraba realizando un patrullaje de rutina... en Culiacán, Sinaloa" Francisco Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana.
"No fue circunstancial, que se trató de una acción directa para la captura... orden de aprehensión emitida por un juez federal" Luis Cresencio Sandoval González, Secretario de la Defensa Nacional.
"En Culiacán, Sinaloa, se decidió, yo ordené que se detuviera ese operativo, y que se dejara en libertad a este presunto delincuente" Andrés Manuel López Obrador, Presidente.
A un año del suceso, no se sabe a ciencia cierta que pasó ese Jueves Negro, no se han atendido de manera adecuada a las víctimas, ni se confirmó el número de muertos y heridos, lo único que está claro es el sentir de la ciudadanía: el "Culiacanazo" deja en evidencia la ineficiencia del Gobierno, y la frágil seguridad que en cualquier momento puede volver a romperse.