En el corazón del mercado municipal de Navojoa, un puesto comercial resiste la corriente de la tecnología y la modernidad, ofreciendo una selección de juguetes artesanales que evocan la nostalgia de tiempos pasados.
Estos objetos, hechos a mano con materiales como madera y tela, representan un vestigio de tradiciones que hoy enfrentan el desinterés de las nuevas generaciones.
Abigail Sandoval, propietaria del local, comparte que la mayoría de sus clientes no son niños, sino extranjeros o connacionales que visitan Navojoa en busca de recuerdos auténticos y piezas únicas, "los turistas valoran mucho estos juguetes porque representan nuestra cultura y tradición, pero los niños de aquí prefieren consolas de videojuegos o dispositivos electrónicos", explica.
En un mundo dominado por dispositivos digitales y juguetes tecnológicos, los juguetes artesanales han perdido protagonismo.
La inmediatez y las experiencias interactivas que ofrecen las alternativas modernas parecen haber desplazado la sencillez y el encanto de lo hecho a mano.
Cada juguete artesanal cuenta una historia: la dedicación del artesano, la elección de materiales sostenibles y la inspiración en tradiciones locales.
Entre las piezas más populares que ofrece el puesto de Abigail se encuentran caballitos de madera, trompos pintados a mano y pequeñas muñecas de trapo. "Estos juguetes no solo son objetos de entretenimiento, sino también un puente hacia nuestras raíces culturales", afirma.
Para Abigail y otros artesanos, mantener viva esta forma de arte es un reto constante, la competencia con productos industriales y la falta de interés de las nuevas generaciones dificultan la supervivencia de los juguetes artesanales en el mercado, sin embargo, iniciativas como ferias culturales y la promoción de productos en plataformas digitales podrían ayudar a revitalizar su popularidad.
Aunque los tiempos han cambiado, los juguetes artesanales siguen despertando emociones en quienes los recuerdan como una parte esencial de su infancia. recuerda a su niñez, se llevan más que un juguete, se llevan un pedazo de su historia", reflexiona Abigail.