Los "muñecos sanadores" son figuras de tela que representan a personas desaparecidas. Las integrantes del "Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba" buscan recordar a sus familiares, algunos de ellos desaparecidos desde hace más de 10 años.
Cada muñeco es diferente: la ropa y el cabello de estambre intentan contar la historia de un hombre adulto, una madre, un joven adolescente o alguno de los 87 mil 855 casos de desaparición que reconoce oficialmente la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) de la Secretaría de Gobernación, entre 2006 y 2011 .
Según datos de la CNB, en 2021 Veracruz ocupa el cuarto lugar nacional en registros de personas desaparecidas y no localizadas con 5 mil 453 casos, sólo detrás del Estado de México, Tamaulipas y Jalisco.
Araceli "Liz" Ledezma Flores nació en Orizaba, Veracruz, cuenta que desde hace 23 años quería diseñar muñecos personalizados, pero nunca creyó que su proyecto se enfocaría en personas desaparecidas.
La inquietud de Liz surgió a partir del trabajo de Araceli Salcedo, también originaria de Orizaba, quien fundó el "Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba" y ha confrontado autoridades e instituciones, además de organizar búsquedas de fosas clandestinas, desde la desaparición de su hija Fernanda Rubí Salcedo el 7 de septiembre de 2012. Liz le preguntó, a finales de 2020, si podía hacer una muñeca en memoria de Rubí. Al día siguiente Araceli llegó al taller de Liz con alguna de las prendas que su hija usaba en vida.
La voz se corrió rápido y otras buscadoras comenzaron a buscarla.
La artesana explica que cada "muñeco sanador" representa un relato narrado por las madres de las personas desaparecidas; esto le permite tejer una conexión con las figuras: sus niños, les dice de cariño.
Los ojos, la nariz y la boca son trazos de hilos bordados a mano con los que Liz registra las miradas, los gestos. Gracias a ello, los muñecos también narran su historia a quien los mira. Pero no es fácil.
Escuchar tantos relatos y atestiguar los encuentros entre los "muñecos sanadores" y las buscadoras la afecta emocionalmente. "Soy una persona muy sensible. La verdad es que siempre lloro", dice Liz. Lo único que le ayuda a tranquilizarse es enmarcar sus procesos creativos en un ritual que contenga el dolor.
Cuando teje un "muñeco sanador", cierra las cortinas, enciende una vela, coloca una flor en un vaso de agua cerca de la imagen de la persona desaparecida y pide permiso antes de cortar su ropa o agregar cualquier detalle.
"Estoy muy agradecida con cada una de las mamis a las que les he hecho sus niños. Agradezco su confianza, que hayan puesto la ropa de sus seres queridos en mis manos. Siempre les mandaré mucha luz, mucho amor, dijo.
Una gorra blanca, un pantalón de mezclilla y una playera a rayas blancas y azules son las prendas que Ana Lilia Jiménez escogió para el muñeco que representa a su hijo Yael Zuriel Monterrosas Jiménez, desaparecido el 1 de septiembre de 2012 en Orizaba.
La búsqueda inició en 2012 y ha estado llena de deficiencias en las investigaciones, pese a los cambios de gobiernos locales, estatales y federales. "No me quiero morir sin saber de mi hijo", reclama Ana. Y a pocos días de que se cumplan 9 años de la desaparición de Yael, dice: "No sé a dónde ir a buscarle".
El muñeco de Yael mide menos de un metro y está relleno de los retazos de tela sobrantes de la ropa intervenida. Lleva su gorra favorita y los pantalones "a media pompa", como solía usarlos. Tiene un aro en la ceja, el que se hizo a los 15 años sin permiso de su madre. Ana Lilia también entregó los audífonos que siempre cargaba su hijo.
A finales de agosto, Yael y otros "muñecos sanadores" viajaron con una comitiva de buscadoras lideradas por Araceli Salcedo hasta el Centro Cultural Los Pinos. El colectivo de Araceli presentó la exposición fotográfica "Una Madre Nunca Olvida", en el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, que se conmemora el 30 de agosto.
Con información de Corriente Alterna/UNAM