Diversos hábitos laborales pueden prolongar innecesariamente la jornada de trabajo, afectando tanto la productividad como el bienestar de los empleados. Según el "Termómetro Laboral" de OCC, el 26% de los trabajadores planea optimizar su tiempo en 2025, organizando mejor sus tareas y eliminando distracciones.
La procrastinación es un factor clave en la extensión de las jornadas laborales. Los empleados a menudo posponen tareas importantes, confiando en que otros las asumirán o esperando hasta el último momento para realizarlas. Además, no establecer prioridades claras y el perfeccionismo paralizante impiden un avance productivo en las tareas.
Para contrarrestar estos hábitos, es esencial que las empresas promuevan una comunicación abierta sobre salud mental y establezcan límites claros en las cargas laborales. Implementar pausas durante la jornada y fomentar actividades personales fuera del trabajo también contribuye a un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.