Han pasado ya 6 meses desde que se realizó la última función debajo de la carpa del Circo Madagascar, las 30 familias que dependen directamente de este oficio han tenido que buscar otras opciones para poder sobrevivir, porque la pandemia del Covid-19, paralizó todas las actividades y desde entonces el circo no ha abierto sus puertas al público.
El problema sanitario los alcanzó en Juchitán, Oaxaca, nunca en sus más de 130 años de tradición circense, la familia Meras había enfrentado una crisis económica como la de ahora.
Los payasos, malabaristas, artistas y todo el personal de utilería tuvieron que regresar a sus lugares de origen, porque no hay trabajo.
Los 6 integrantes de la familia Meraz que permanecen en Juchitán, han tenido que buscar otras alternativas, por lo que han salido a las calles a vender algunos productos que elaboran.
El campamento de refugio está ubicado en los terrenos del centro recreativo que se encuentra en las inmediaciones de la colonia 15 de septiembre, ahí permanecen estacionados los vehículos, mientras el personal está en espera de que se reanude las actividades y nuevamente se escuchen los aplausos por cada uno de los actos que realicen, porque la función debe continuar.