El pan de muerto, es una tradición en los últimos días de octubre y primeros días de noviembre, aunque en cada región pueden variar su forma, en todas, tiene un significado específico, representar a nuestros seres queridos que ya no están en este plano terrenal, recordándolo con alguna forma o característica del pan.
"Por ejemplo, en la costa, en el centro de Oaxaca, ya son figuras, más de costumbre, más tradicional, donde hacen caballitos, unos ganaditos, ellos hacen figuritas de pan de muerto"
Aunque las ofrendas de variantes de pan de muertos tienen su origen en las culturas prehispánicas, hoy en día cada panadero, apegado sus costumbres y la necesidad de la gente, sigue conservando y elaborando esta pieza tradicional de la celebración de los fieles difuntos, tal es el caso del maestro, Alejandro Jiménez, un conocido panadero de Salina Cruz, con un legado familiar en la realización de pan.
"Nosotros así nacimos de mis abuelos, de mis tíos, son panderos todos., nosotros somos del barrio espinal, ahí nacimos y ahí crecimos y poco a poco nos fuimos perfeccionado en la panadería"
Levadura, harina, huevos, mantequilla, azúcar y ajonjolí, son de los ingredientes traiciónales necesarios para la elaboración del pan de muerto, pero además del sabor y su aroma a azahar y anís, cuentan con elementos característicos como los huesos y lágrimas, formaciones circulares que representa al ciclo de vida, un centro con forma de cráneo.
Otro más tienen figuras humanoides, con caras de harina o pasta, o los característicos de yema, con figurillas para su adorno, que representa al ser querido fallecido que se está honrando.
La celebración de los difuntos se convierte así en un banquete mortuorio excepcional, acompañado del pan y los productos cultivados por los pequeños y medianos productores, aunque regularmente el pan es para la ofrenda, también es degustado por las familias, un exquisito sabor, que se disfruta una vez año.