Puerto Escondido, zona costera y turística de Oaxaca, sigue estando en la mira de inversionistas y del gobierno, más aún, con la culminación y puesta en marcha de proyectos estratégicos como el Corredor Interoceánico y la supercarretera a la Costa, así como la modernización de su puente aéreo, con más de 2 mil millones de pesos.
El gobernador del estado de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, ha señalado en distinto momento que es urgente responder a la necesidad de crecimiento de Puerto Escondido, dando a conoces proyectos claves para el desarrollo del turismo en la zona, como la ejecución de un megaproyecto en Punta Colorada,
Dicha determinación, ha generado distintas protestas, principalmente por defensores del ambiente, como el colectivo Salvemos Colorada y Puerto Escondido, por el posible impacto a una playa virgen.
Punta Colorada es considerada un área de playa y selva virgen, ya que no hay edificaciones a su alrededor, una superficie de 111 hectáreas que es el habita de una vasta biodiversidad, pero su plusvalía con la cercanía del aeropuerto y playas vírgenes, la vuelven el centro de atención para el desarrollo hotelero y turístico.
El proyecto de inversión turística plantea utilizar el 40 por ciento de los terrenos para construir hoteles, centros comerciales y zonas residenciales, Punta Colorada podría quedar dividida en tres zonas: Una zona residencial de alta densidad, una zona hotelera-comercial y la tercera sería zona de conservación.
En enero de 2024, el juez séptimo del distrito con sede en Salina Cruz ordenó la suspensión provisional del megaproyecto.
Los intentos de comercializar los terrenos de Punta Colorada, no son nuevos, varios gobiernos han tenido la misma intención, ocupar la única playa virgen de Puerto Escondido, pero es su gente que lo ha impedido.
La promesa ha sido la misma, traer desarrollo y mejorar el nivel de vida de sus habitantes, pero a costa de la destrucción de ecosistemas naturales, ¿vale la pena ese tipo de desarrollo?
Hoy Punta Colorada sigue amenazada, primero por una planta de agua residuales que continúa vertiendo al mar sus desechos, pero, además, con la intención decidida de inversionistas que no quitan el dedo del renglón para consolidar la trasformación de por lo menos 40 hectáreas.