Los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), tienen para la atención de la población en materia de adicciones, siete Unidades Médicas Especializadas-Centros de Atención Primaria en Adicciones (Uneme-CAPA), 2 en los Valles Centrales y la Costa y uno respectivamente en jurisdicciones como el Istmo, la Mixteca y Tuxtepec, un centro por cada 590 mil habitantes.
Los ahora llamados Centros Comunitarios de Salud mental y Adicciones (CECOSAMA), tiene un registro promedio de atención generalizada de 5 mil a 7 mil consultas anuales, con un beneficio directo a 76 mil personas, lo que representa el 1.8% de la población.
A pesar de su poco alcance, para coberturar toda su zona de competencia, estas se enfrentan a un reto más, ya que son pocos los espacios recocidos para proporcionar un internamiento interdisciplinarios para la población que requiera, al menos en el Istmo de Tehuantepec no existe uno, por lo que todos son referidos a Centros para la Prevención y Tratamientos de Adiciones del Estado de Chiapas.
Un reto más, es la falta de información oficial que nos permita dimensionar el aumento o reducción del consumo de sustancias adictivas, siendo las autoridades omisas en este tema, la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat), hizo su último levantamiento entre el 2016-2017 y, desde entonces, no se ha actualizado, desconociendo cuantos oaxaqueños han accedido a estas sustancias.
Los datos del 2016 refieren que en el estado, cuya población rebasa los 4 millones de personas, 9.6% de hombres de 12 a 65 años ha consumido drogas alguna vez en la vida, de las cuales, 9.4% eran sustancias ilícitas y 0.7%, fueron médicas, destacando el tabaco, con 252 mil fumadores; datos que se quedan cortos, después de un confinamiento prologado por el Covid-19 donde los problemas de salud mentales aumentaron hasta un 30% y la violencia llegó a limites alarmantes, sin embargo, sin estos dato actualizados podemos aparentar que todo está bien, o ¿esto serán los otros dato?.