La salud mental de los trabajadores ha emergido como una de las mayores preocupaciones del siglo XXI.
En México, la confluencia de un alto desempleo, el crecimiento del empleo precario y la incertidumbre económica han generado un caldo de cultivo propicio para el estrés y la depresión laboral.
Antes de la pandemia, un alarmante 75% de los trabajadores mexicanos ya sufría de fatiga por estrés laboral, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.
Esta cifra posiciona a México como el país "más fatigado del mundo", superando incluso a potencias económicas como China y Estados Unidos. Las consecuencias de esta crisis de salud mental se traducen en pérdidas económicas anuales estimadas entre 35 y 40 mil millones de dólares
El estrés laboral no solo afecta la productividad y el rendimiento de los trabajadores, sino que también incrementa los costos de las empresas en diversas áreas:
Las empresas no solo son víctimas del estrés laboral, sino que también pueden ser causantes de esta problemática. Factores como la sobrecarga de trabajo, la falta de reconocimiento, la incertidumbre laboral y las malas relaciones laborales pueden contribuir a generar estrés en los empleados.
La salud mental es un activo valioso tanto para las personas como para las organizaciones. Al abordar el problema del estrés laboral, las empresas pueden mejorar la productividad, reducir los costos y crear un lugar de trabajo más saludable y atractivo.