Tenancingo ha sido durante generaciones el epicentro de la fabricación de rebozos, una tradicional prenda de vestir que encarna la historia y la cultura de la región.
Sin embargo, este ancestral oficio ahora enfrenta una grave amenaza de extinción.
Y es que a pesar de la persistente demanda en el mercado. La esencia misma de la fabricación de rebozos está en peligro, ya que se enfrenta a la pérdida de manos trabajadoras dispuestas a mantener viva esta tradición.
Luis Rodriguez, un rebocero de tercera generación ha viajado por el mundo, al llevar consigo sus diseños y la herencia cultural de los rebozos.
La elaboración de un rebozo es una labor meticulosa y lenta que requiere la dedicación de aproximadamente 30 días y la colaboración de al menos 10 personas, motivo por él cual hoy en día los jóvenes se sienten atraídos por oportunidades diferentes en entornos urbanos y tecnológicos.
El riesgo de la extinción de este oficio milenario supone más allá de la pérdida de empleos y la disminución de la economía local, la desaparición de un legado cultural profundamente arraigado en la identidad de la comunidad.