En Chiapas, agrupaciones de la sociedad civil que brindan asistencia a mujeres en prisiones, aseguran que las más de 200 reclusas viven en el abandono de sus familiares.
Además tienen una larga espera de sentencias, algunas llevan una década a la espera de la condena que recibirán y ni siquiera tuvieron el acceso a un traductor de lengua indígena en el momento de su juicio.
"Estaba, no tenía ni siquiera la condena, estaba esperando, ya llevaba tres años dentro, entonces te imaginas esa serie de casos. Es muy triste porque no las llegan a visitar".
El 60 por ciento de los custodios son hombres, y no hay acceso a terapia para atender enfermedades mentales, o para llevar el proceso de privación de la libertad. Lo que deja a estas mujeres a la deriva durante los años que permanecen en prisión.
"No hay un servicio médico, no hay un servicio de psicología, mucho menos un servicio de psiquiatría. De verdad que las condiciones son terribles. Hay mujeres que llevan hasta 15-20 años ahí detro".
Algunas mujeres reinciden en algún delito, por no contar con un lugar donde vivir, sus familias las rechazan, o no encuentran algún espacio laboral, tras salir de prisión.
"Mataron al que quiso violar a sus hijos, o su hija, porque robaron, a veces están ahí por una gallina, alguna cuestión de venganza, es algo bastante difícil reincorporarse".
Las mujeres que tienen embarazos, pueden permanecer con sus hijos hasta la edad de cuatro años, posteriormente tendrán que irse con algún familiar, y en casos específicos estos infantes se van a adopción.
"Estas mujeres ahí tienen a nueve niñas y seis niños, en total 15 niños, hubo un incremento del 50 por ciento, con respecto al número de mujeres que se encuentran privadas de su libertad".
De acuerdo con los censos nacionales de sistemas penitenciarios 2024 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el presupuesto ejercido por los centros penitenciarios en la entidad el año pasado alcanzó los 265.7 millones de pesos.
Sin embargo, las carencias son palpables, no es el mismo trato entre los Centros de Reinserción Social de hombres en comparación de las mujeres, no tienen acceso a deporte, espacios dignos para alimentarse ni tienen acceso a terapia psicológica.