El impuesto rosa no es un tributo oficial en México, sino un término que describe la práctica comercial de cobrar más por productos dirigidos a mujeres en comparación con artículos similares para hombres.
Se basa en estrategias de mercadotecnia y segmentación de mercado. Las empresas fijan precios más altos debido a factores como:
Percepción de que las mujeres están dispuestas a pagar más
Diferencias en empaques, colores y marketing.
Costos adicionales asociados con ingredientes o diseños específicos.
El Integrante de la Asociación Nacional de Fiscalistas, Ramón Ortega, señaló que hay mucho que hacer en el tema tributario.
"en la vida cotidiana las mujeres se dan cuenta que a veces los mimos productos que utilizan los hombres para las mujeres son mucho más costosos, ese es el impuesto rosa, esperemos que la próxima legislatura reconozca esta situación y se legisle, es necesario que se ponga en la agenda el reconocimiento de género en el ámbito tributario".
Profeco-La tasa rosa se ha identificado en:
Ropa y accesorios (rastrillos, desodorantes, calcetines, chamarras, etc.).
Productos de higiene y cuidado personal (champús, cremas, lociones, perfumes).
Juguetes (versiones "para niñas" de juguetes suelen ser más costosas).
Servicios (cortes de cabello, tintes, limpieza en tintorerías).
Este sobreprecio puede elevar el costo de los productos hasta en 25 por ciento más, en comparación con artículos similares para hombres.
Para reducir las desigualdades económicas que enfrentan las mujeres, en Veracruz especialistas hacen un llamado para que se incorpore la equidad de género en materia tributaria, un paso crucial para la igualdad en el ámbito económico.
El impuesto rosa afecta a las mujeres al imponerles un gasto adicional en productos y servicios diseñados específicamente para ellas, generando una carga económica injustificada. Esta práctica contribuye a la desigualdad al reducir su poder adquisitivo y ampliar la brecha económica entre ambos géneros.
El impuesto rosa refuerza estereotipos de consumo y dificulta el acceso equitativo a bienes esenciales, como productos de higiene personal. A largo plazo, el sobreprecio acumulado impacta su calidad de vida y limita su capacidad de ahorro e inversión, perpetuando la desigualdad financiera en la sociedad.