El crecimiento desordenado de las ciudades ha generado estragos al medio ambiente, a causa de una inadecuada planificación urbana, debido a que sacrifican el entorno natural. De acuerdo con especialistas, la presencia de espacios verdes atenúa el impacto de la contaminación, contribuye a la regulación del microclima urbano y a mejorar la calidad del aire, disminuyendo los niveles de monóxido de carbono.