Pese a los esfuerzos que han realizado las autoridades de los distintos órdenes de gobierno, los niveles de contaminación del río Duero se han agravado debido a la falta de conciencia de los agricultores y agroindustriales, que tiran los desperdicios de la fresa y el mango, en las orillas del afluente, así como por el uso excesivo de agroquimicos, que generan daños irreversibles al agua y el suelo, sin que nadie les aplique algún tipo de sanción.