Como ciudadanos se le pide al gobierno del país que combata la corrupción y castigue a quienes la aplican, sin embargo, poco se reflexiona de la presencia de esta descomposición a nivel social.
Se hace cotidiano sacar sillas, cubetas y botes a las calles para "apartar lugar", cayendo en el abuso de, el poder hacer las cosas con la excusa de que el lugar es propio porque está frente a tu negocio, sin pensar en la afectación que se hace a terceros que buscan un lugar para aparcar.
La cotidianidad de dar propina a un franelero, incurre en lo mismo, pagar a alguien más por el lugar que estuvo apartando a cambio de unas monedas. Dar dinero a cambio de ayuda, también incurre en una extorsión simple; se nos hace normal pagar por que alguien nos tendió la mano para bajar en la lancha, de ahí que permanezca en los muelles varios jóvenes pidiendo monedas, incluso hay reportes que estos mismo jóvenes se han molestado porque la gente ya no les da.
Pero la molestia es porque bajan sus ingresos, un joven de los llamados pide monedas recibe entre 2 a 5 pesos por familia, en algunas ocasiones hasta 10 pesos, en un periodo vacacional las playa de Las Gatas reciben a cerca de 3 mil personas, es decir un aproximado de 600 familias, que dejarán como derrama diaria mil 200 pesos tan solo para los pide monedas.
Los jóvenes tienen una edad entre 16 a 30 años y esperan a que lleguen las lanchas en un ambiente de malas palabras y mal portados, han señalado recurrentemente los mismo restauranteros por la queja que les dan los turistas, pero ni las autoridades reparan en el tema y los remueven.
¿Hasta qué grado estamos dispuestos a combatir la corrupción?, si como ciudadanos la aplicamos y fomentamos, sin darnos cuenta que está en nuestra vida cotidiana.