Cada 2 de noviembre, el Día de Muertos, las familias mexicanas se preparan para recibir a sus fieles difuntos, honrando su memoria mediante la creación de altares. Esta tradición, que mezcla adoración y reflexión, permite una conexión espiritual con aquellos que han trascendido a otra vida.
Historiadores han señalado que esta fecha ha evolucionado en una celebración vibrante de la muerte, que ha cobrado fuerza en los últimos años. Según Homero Avilés, profesor e historiador de la UABCS, "la muerte se ve como una fiesta, un trayecto inevitable que todos debemos recorrer". Rescatando esta cosmovisión, la celebración se convierte en un recordatorio de la vida y la tradición en nuestro estado.
Los elementos que conforman un altar son fundamentales, ya que cada uno tiene un significado espiritual. El arco de flores, presente en todas las ofrendas, simboliza la entrada al mundo de los muertos, mientras que la base del altar representa la conexión entre lo terrenal y lo divino. El agua, ofrecida a las almas después de su recorrido, es la fuente de la vida, y las velas iluminan el camino de los difuntos.
Entre las ofrendas se incluyen alimentos y objetos que reflejan gratitud y devoción. La flor de cempasúchil, con su aroma característico, es creída por muchos como un imán que atrae a los espíritus hacia los hogares de sus seres queridos. Asimismo, las calaveras de azúcar hacen alusión a la muerte, recordándonos su presencia constante en nuestras vidas.
Avilés destaca que los altares son ricos en simbolismo. "Las veladoras iluminan el camino de ida y vuelta de las almas, permitiendo un intercambio de emociones, alimentos y bebidas que fueron de su preferencia en vida", comenta. En este intercambio anual, las familias buscan recordar y celebrar a quienes ya no están, creando un vínculo entre la vida y la muerte que perdura en el tiempo.
Así, el Día de Muertos no solo es una conmemoración, sino una verdadera fiesta de la vida, donde cada altar es una invitación a recordar y honrar a aquellos que han dejado una huella imborrable en nuestras vidas.