Desde hace seis meses, Iván se dedica a lavar carros en el centro de La Paz. Originario de Guaymas, Sonora, llegó a esta ciudad hace veintiséis años. Durante casi todo ese tiempo, se concentró en labores de albañilería. Sin embargo, ante el cierre de actividades económicas provocada por la pandemia, se vio en la necesidad de buscar otra fuente de ingresos.
Espera que pronto lo llamen para solicitarle nuevamente sus servicios como albañil. Por el momento vive al día, y el dinero que gana lo destina al sustento de su familia. Aunque cobra entre cincuenta y ochenta por vehículo, en ocasiones acepta la cantidad que la gente quiera darle, pues asegura que cualquier cantidad es buena.
Denunció que en estos seis meses ha sido víctima de los abusos por parte de las autoridades, quienes le dificultan llevar comida a su hogar. Tan solo hace unos días fue esposado y golpeado por elementos de la seguridad pública mientras que esperaba que los propietarios de los vehículos salieran de su trabajo y le pagaran. Además, no pudo recuperar el alimento que ya había comprado.
Mencionó que no es justo que los traten como ladrones. El que algunos lavacarros cometan actos ilícitos en otras partes de la ciudad, no significa que todos sean iguales. Lo único que pide es que lo dejen trabajar tranquilo para salir adelante.