Cuando tratamos de manera injusta o desigual a una persona o grupo de personas debido a características como su raza, género, orientación sexual, religión, discapacidad, origen étnico, clase social, estado de salud, entre otras estamos generando un acto de discriminación.
Dicha discriminación se basa en prejuicios y estereotipos, y puede ocurrir en diferentes ámbitos de la vida, como en el trabajo, educación, vivienda o interacción social mediante efectos negativos en las personas afectadas donde se limitan sus oportunidades y su bienestar.
Los tipos de discriminación que existen o se generan no son mutuamente excluyentes, y una persona puede ser víctima de varias formas de discriminación a la vez, lo que se conoce como discriminación múltiple o interseccionalidad.
Por ello, la discriminación a temprana edad puede surgir por varias razones, y a menudo está relacionada con factores sociales, culturales y psicológicos como el aprendizaje social y cultural, falta de educación en diversidad, inseguridad y búsqueda de identidad, estereotipos y prejuicios y falta de exposición a la diversidad.
La discriminación a temprana edad puede ser mitigada con educación inclusiva y la promoción de la diversidad desde el hogar y las instituciones educativas, por ello fomentar valores como la empatía, el respeto y la aceptación desde pequeños puede ayudar a reducir la discriminación en las futuras generaciones.