El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha intensificado sus esfuerzos para informar y preparar a la población sobre la enfermedad de Chagas, una infección parasitaria endémica en varias regiones del país
En colaboración con la Secretaría de Salud, el IMSS ha impulsado campañas enfocadas en eliminar los refugios de estos vectores en las viviendas, como encalar las paredes exteriores y mantener pisos firmes y sin grietas, medidas que contribuyen a crear un ambiente menos favorable para la proliferación del insecto.
Durante 2024, México registró 779 casos confirmados de Chagas, de los cuales el IMSS reportó 126. De estos, nueve pacientes se encontraban en fase aguda, mientras que 117 recibieron tratamiento en la etapa crónica. Estos datos subrayan la importancia de las medidas preventivas y del diagnóstico temprano para evitar complicaciones graves.
La enfermedad de Chagas es causada por el protozoario Trypanosoma cruzi, que se transmite principalmente a través de las heces infectadas de las chinches triatominas
Cuando estos insectos pican en zonas expuestas de la piel o mucosas, como los labios o los ojos, defecan cerca de la picadura. El parásito ingresa al organismo cuando la persona rasca la zona, facilitando la entrada del protozoo a través de lesiones o mucosas. Además, la transmisión puede ocurrir mediante transfusiones de sangre, trasplantes de órganos, de madre a hijo durante el embarazo o por ingestión accidental de alimentos contaminados.
El IMSS destaca que entre el 70 y 80 por ciento de las personas infectadas permanecen asintomáticas durante toda su vida. Sin embargo, entre el 20 y 30 por ciento desarrollan síntomas crónicos que pueden afectar el corazón, el sistema digestivo y el sistema nervioso.
La enfermedad tiene dos fases clínicas: la aguda, que dura unas semanas y puede presentar síntomas leves o ausentes, y la crónica, que puede manifestarse años después con problemas cardíacos graves, dilatación de órganos digestivos y trastornos motores
Para prevenir la enfermedad, el IMSS recomienda controlar los vectores mediante el uso de insecticidas, mosquiteros y mantener buenas prácticas de higiene en la preparación y consumo de alimentos. También se realizan tamizajes en sangre donada, órganos y tejidos, así como en recién nacidos de madres infectadas, para detectar posibles contagios.