La Quema de Judas tiene un fuerte simbolismo religioso, ya que representa el rechazo a la traición y la corrupción, personificadas en Judas Iscariote, el apóstol que, según el Nuevo Testamento de la Biblia, entregó a Jesús de Nazaret a cambio de 30 monedas de oro y este acto de traición es considerado uno de los más infames en la tradición cristiana.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la tradición ha evolucionado para incluir elementos de crítica social, los cuales en lugar de limitarse a la figura de Judas, los muñecos que se queman suelen representar a personajes públicos controvertidos, como políticos, figuras de la farándula o incluso conceptos abstractos como la corrupción o la violencia, misma que ha permitido que la Quema de Judas sea no solo un acto de purificación espiritual, sino también una forma de catarsis colectiva y protesta simbólica.
En ciertas comunidades, el muñeco es exhibido públicamente o incluso paseado por las calles antes de ser quemado, acompañado de música, comparsas y celebraciones y en algunos lugares, el evento incluye una lectura satírica o burlesca conocida como "sentencia", en la que se enumeran los "crímenes" del Judas representado y se justifican las razones para su quema.
Finalmente, el ritual culmina con la incineración del muñeco, un acto que suele estar acompañado de fuegos artificiales, música y la participación entusiasta de la comunidad.