Iván Rivera. La comunidad de El Calabozo en Pénjamo, es una zona marginada, enclavada en la sierra, hasta el 5 de diciembre de 2005, vivía una familia de escasos recursos que tenía poca comunicación con otras personas.
Amalia Pérez Hernández comenzó a tener perder contacto con la realidad, aseguraba que era la reencarnación de la Virgen de Fátima, los otros nueve adultos comenzaron a venerarla; el 1 de diciembre ordenó lo peor, asesinar a una bebé de 7 meses, dos adultos la descuartizaron y metieron sus restos en un costal; también ordenó que mataran a una niña de 13 años, dejándole caer una roca en la cabeza; aseguraba que ambas estaban poseídas.
El 5 de diciembre, un hombre que paseaba por la sierra encontró la casa, vio en el patio el cuerpo de la adolescente y a 11 niños mal alimentados deambulando por el patio, bajó hasta la comunidad más cercana y llamó a la policía, los rescatistas llegaron primero.
A 17 años del homicidio, un familiar de los Pérez Hernández asegura que fueron orillados a una histeria colectiva por parte de una curandera que frecuentaba a José Pérez, papá de Amalia, y quién le dijo que guardaba dinero en un colchón, por lo que la mujer planeó manipular psicológicamente a todos para que se mataran entre sí y quedarse con el dinero.
Todos los adultos fueron sentenciados a 27 y 55 años de cárcel en el Cereso Mil de Valle de Santiago, Amalia está recluida en el Hospital Psiquiatrico de León y los 11 menores llevados a distintas casas hogar.