La inclusión de personas con discapacidades en la actividad cotidiana implica la conveniencia de prácticas y políticas diseñadas para identificar y eliminar barreras, tales como pueden ser la existencia de obstáculos físicos, de comunicación y de actitudes que dificulten la capacidad de la persona de tener una participación plena en la sociedad, un derecho que no pide nada más allá que el que es requerido para las personas sin discapacidades.
Para hacer posible y factible una discriminación positiva que facilite el día a día de las personas con discapacidad, que no requieran de esfuerzos en concienciación, para que sea una cuestión habitual se imponga y normalice en toda sociedad y mientras se consiga sigamos en la constancia del esfuerzo para conseguirlo.