En un terreno abandonado sobre Boulevard Adolfo López Mateos, donde anteriormente había una llantera, ahí vive José Filemón Sánchez desde hace 1 año y medio; un sillón viejo, una silla y unas cobijas es todo lo que Don José necesita para estar tranquilo, su compañía son tres perros que el recogió de la calle y se convirtieron en sus únicos compañeros en esta etapa de su vida, una muy difícil por cierto, luego de que lo perdió todo, ya que tras 40 años de vivir en los Estados Unidos, un problema legal lo deportó del vecino país, dejándolo sin trabajo, sin casa y sin familia, está última, a la que sabe que ya no volverá a ver, al menos que ellos regresen a México.
Y es que a su deportación le precedieron 10 años en cárcel y ahora cumple su condena más fuerte en la ciudad que lo vio nacer, León, Guanajuato, donde vivirá en situación de calle hasta que dios se lo permita, pues el único albergue en el municipio no le puede dar asilo y sin papeles tampoco puede acceder a un apoyo de gobierno, de tal suerte que la pandemía del coronavirus no representan ningún problema para él, de hecho la considera un castigo del creador ante los malos actos que hemos realizado en la vida, dejar de comer tampoco es su temor, pues se alimenta cuando puede y de lo que alcanza a conseguir con la caridad de la gente, algunas verduras y unas naranjas es lo que por ahora tiene en su menú, le basta con una olla y un fogón improvisado para cocinar y para dormir no necesita más que su sillón o cualquier espacio del suelo, apenas cuenta con algo de ropa y el desgaste de sus huaraches, que por cierto no son par, expone la necesidad, sin embargo, Don José ya no visualiza su vida a futuro, no tiene planes ni objetivos, tiene buena salud pero ya no pretende hacer más, pues sus experiencias lo orillaron a decidir vivir así hasta su último día.