El 1 de septiembre es el Día Mundial de la Dactiloscopía. Una celebración que busca hacer honor al hombre que vió la importancia única de los signos o rastros biológicos de los seres humanos para recabar pruebas en los crímenes.
Ese hombre fue Juan Vucetich un astro-húngaro que terminó viviendo en Argentina y allí descubrió el verdadero poder de las huellas digitales para resolver crímenes hasta la fecha irresolubles.
La dactiloscopía es el estudio de los rasgos de las huellas digitales. No existen dos huellas iguales, aunque las de los gemelos univitelinos son muy difíciles de diferenciar.
Cada huella del mundo posee una serie de rasgos y formas, que crean un patrón único, por ello recoger una huella dactilar no es una tarea difícil, solo se necesita la superficie donde se dejó la huella, algún polvo adherente, puede ser desde talco hasta el polvillo de los maletines de criminalística, una brocha gruesa y una superficie con pega, como un pedazo de cinta adhesiva transparente para retener la impresión.