A sus 35 años de edad y luego de ser madre, Marisol perdió la movilidad en sus piernas, pues desde su nacimiento se ha enfrentado a la paraplejia congénita, una enfermedad que desde hace 10 años le arrebató la oportunidad de ser una persona independiente y tener una vida digna, ya que perdió su trabajo y ahora con la venta de pulseras y dulces en los cruceros busca obtener un ingreso.
Sobre Boulevard Timoteo Lozano esquina con Boulevard Delta, de lunes a viernes en compañía de su hija Arely; Marisol se coloca bajo el intenso sol desde las 9 de la mañana y hasta las 12 del mediodía; a veces más o a veces menos tiempo, pero en promedio ese es el horario en el que ya sea a través de la venta de sus productos o de la caridad, ella y su hija buscan el pan de cada día, teniendo como principal objetivo la alimentación y el poder conseguir apoyo para que Arely sea atendida y no pierda su movilidad cuando llegué a edad adulta, tal como sucedió con Marisol.