Con una canasta llena de semillas, cacahuates y chicles, Juan Pablo espera la luz roja para poder acercarse a vender alguno de sus productos y así conseguir unos pesos de lo que él llama "Su negocio", y es que a sus 55 años Juan Pablo es víctima de discriminación laboral por una discapacidad que desde niño tiene en su mano derecha y que le ha impedido conseguir un trabajo formal.
De tal manera que desde hace 10 años Juan Pablo vende dulces en el Boulevard Francisco Villa esquina con calle Fray Daniel Mireles, ahí es su lugar, o al menos es donde está ubicado hasta que las autoridades lo retiren. Al igual que la mayor parte de la población, la condición física, social y económica de Juan Pablo lo orillan a buscar el sustento en una actividad que esta marcada por constantes intentos de venta que solo duran poco más de un minuto, mientras el semáforo lo permite y un horario de 5 horas en los que él puede ganar un máximo de 450 pesos, mismos que hoy debido a la contingencia sanitaria se convirtieron en 200, y aunque no es casado ni tiene hijos, su mayor responsabilidad es su mamá, quien también trabaja pero aún así, Juan Pablo sabe que tiene que apoyarla.