Sólo fueron sus cabezas porque se las cortaron después de fusilarlos en Chihuahua, de donde las enviaron a Zacatecas, recordó el cronista de la ciudad, Eduardo Vidaurri Aréchiga.
"Por instrucciones de la monarquía española, de ahí las llevaron a realizar un recorrido por los lugares en los que causaron mayores daños en términos de recibir ese agravio de la sociedad que se sintió ofendida por su guerra de insurrección; pasarán entonces por Aguascalientes, Lagos de Moreno, Jalisco, León, Silao y finalmente llegarán a esta ciudad de Guanajuato el de 14 octubre de ese 1811."
Para retrasar su descomposición las cabezas colocaron en sal, lo que hacía más tétrica su exhibición. Un herrero de nombre Modesto Pérez forjó las jaulas. Antes de colgarlas en Granaditas, las exhibieron cinco días en la Plaza de la Paz, junto al patíbulo, "una horca que había en ese lugar."
A cualquier hora del día se pueden ver en la parte alta de las esquinas de la Alhóndiga los lugares en donde estuvieron las cabezas./