Algunos ruidos como el tráfico vehicular, maquinaria industrial o de construcción, aviones, música o altavoces, los ladridos de perros y las aglomeraciones humanas en lugares públicos generan la contaminación auditiva o sonora debido al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en un área determinada y esta se considera como una forma de contaminación porque tiene efectos negativos en la salud de las personas y ecosistemas.
Cabe señalar que algunos de los efectos que esta contaminación auditiva puede generar son estrés, ansiedad e irritabilidad, problemas de sueño, dificultades de concentración, pérdida de audición con el tiempo y afectación a la fauna.
Cabe señalar que la secretaria de salud informa que en México la discapacidad auditiva afecta a 2 millones 300 mil personas de las cuales 1 millón 150 mil son personas adultas mayores y 46 mil son niñas y niños y del total de la población infantil 400 requieren un dispositivo implantable para el desarrollo de su capacidad auditiva, por lo cual para prevenir la contaminación auditiva es necesario hacer uso responsable del volumen, mejorar el aislamiento acústico, la regulación del tráfico, controlar horarios de actividades ruidosas, concientización ciudadana por mencionar algunos.
Por último, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como ruido cualquier sonido superior a 65 decibelios y en concreto este ruido se vuelve dañino si supera los 75 decibelios y doloroso a partir de los 120 decibelios y en consecuencia, este estamento recomienda no superar los 65 decibelios durante el día e indica que para que el sueño sea reparador el ruido ambiente nocturno no debe exceder los 30 decibelios.