Una de las herencias más importantes que recibió la señora Feliciana de sus padres fue el amor y respeto por las tradiciones católicas, entre ellas la de San Nicolás de Tolentino. Ahora, cada año asiste con sus hijos y nietos a inculcarles este mismo aprendizaje.
Dice que está en las nuevas generaciones transmitir este conocimiento, y no es una tarea fácil, ya que con las nuevas tecnologías los hijos están cada vez más alejados de Dios.
Algunos panecitos que ella compró los comerá con una rica bebida caliente y otros tantos los guardará para cuando ella o alguien más de su familia tenga algún malestar físico.