Pobladores de la comunidad de Siete Reales en Dolores Hidalgo, dicen sentirse orgullosos de esta historia que ha traspasado fronteras y que cierta o no es parte de su vida y de su pueblo, ahora sus hijos y nietos la escuchan.
Don Isidro el propietario del terreno donde se colocó la tumba, cuenta que para el año 1970 fue robada la cruz original que se encontraba en la parte superior, inscrita con letras en latín.
Cuatro años después se colocó una cruz nueva de pino y también se la robaron, por lo que para 1984 el mando fabricar una de cantera, pero esta fue destruida desde la base por un rayo.
Don Isidro dice que en los últimos años la tumba ha sido muy visitada, sobre todo por personas que quieren contar la historia, por ello en un futuro piensa convertirlo en un centro turístico.
Aunque señala que en sus 87 años de vida nunca fue testigo de esos lamentos, hoy la historia de La Llorona que su abuelita le contaba, vive en su tierra, en su corazón y en su gente.