La lepra es una enfermedad ancestral, descrita ya en textos de las civilizaciones de la antigüedad. Se trata de una enfermedad infecciosa crónica, causada por una bacteria llamada Mycobacterium leprae, que afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos.
Se puede curar y el tratamiento en las fases iniciales puede evitar la discapacidad, además de las deformaciones físicas, los afectados sufren también estigmatización y discriminación.
La lepra se transmite a través de las gotículas expulsadas por boca y nariz y para contraerla hay que mantener durante meses un contacto estrecho y prolongado con una persona afectada que no reciba tratamiento.
En cambio, no se propaga por los contactos ocasionales con una persona con lepra que tienen lugar, por ejemplo, al darle la mano o abrazarla, compartir comida o sentarse junto a ella. Además, el paciente deja de transmitir la enfermedad cuando comienza a recibir tratamiento.