Iván Rivera. El día de la independencia también trajo consigo un día de asueto, en algunos casos para trabajadores más afortunados, se volvió un puente desde el 15 hasta el 18 de septiembre, un fin de semana largo.
Muchas familias aprovecharon el día libre en sus trabajos y escuelas y el día libre de tráfico, para llegar al Arco de la Calzada, el monumento más icónico de la ciudad, para disfrutar un paseo como si se tratara de un domingo.
En las inmediaciones los puestos de nieve y helados vendían sus productos, los niños se dieron a la tarea de pasar entre los chorros de agua de las fuentes danzantes que salen del suelo justo detrás del arco.
En el ambiente se respiraba tranquilidad y quietud, nadie se exaltaba, pues no había presiones.