El pan de muerto tiene origen prehispánico; durante años este pan se ha preparado para celebrar el Día de muertos. Su forma circula representa los ciclos de vida infinitos, pues de acuerdo con la tradición, los difuntos nunca se van completamente de este mundo y viven en el inframundo. Se dice que su origen se remonta a la época de los sacrificios humanos y la llegada de los españoles, pues cuando una princesa era ofrecida a los dioses en sacrificio, su corazón, aún latiendo, era introducido en una olla con amaranto para morderlo en señal de agradecimiento por una buena cosecha o haber vencido a un enemigo.