Durante las festividades de Navidad y fin de año, el uso de la pirotecnia se vuelve común, con fuegos artificiales iluminando el cielo y petardos estallando en las calles.
Sin embargo, este espectáculo de luces y ruidos no solo pone en peligro a las personas que los manipulan, sino que también afecta a otros grupos vulnerables, como los animales, los bebés y personas con autismo. La pirotecnia, además de sus riesgos evidentes, genera daños que a menudo no son visibilizados.
Uno de los principales efectos de los fuegos artificiales sobre los animales es el estrés. Los ruidos fuertes y repentinos pueden causarles angustia, miedo e incluso pánico. Los perros, gatos, aves y otros animales tienen una audición mucho más sensible que los humanos, lo que significa que los estallidos de los petardos son mucho más intensos para ellos.
Esto puede llevar a comportamientos erráticos, como correr en busca de refugio, destruir objetos o intentar escapar de su entorno. En casos extremos, el pánico puede inducirles a ataques cardíacos o lesiones graves.
Los bebés y niños pequeños también son vulnerables al estruendo de la pirotecnia. El sistema auditivo de los más pequeños es más delicado y puede resultar dañado por los ruidos fuertes. Además, el miedo causado por los estallidos puede generar un trauma psicológico, provocando miedo a los ruidos durante el resto del año.
Los bebés, que suelen estar en un estado de reposo o sueño, son especialmente susceptibles, lo que interrumpe su descanso y puede afectar su desarrollo emocional.
Las personas con autismo, que tienen un sistema sensorial más sensible, también sufren enormemente con la pirotecnia. Los ruidos fuertes pueden desencadenar crisis de ansiedad, alteraciones en su comportamiento y, en algunos casos, pueden hacer que se sientan completamente desorientados. La falta de control sobre el entorno y los ruidos impredecibles pueden generar un nivel de estrés muy alto que es difícil de manejar para estas personas.
Además de los daños emocionales y físicos que la pirotecnia causa, también existen riesgos de accidentes graves. El mal manejo de los artefactos pirotécnicos es una de las principales causas de quemaduras, lesiones o incluso muertes durante las celebraciones. El contacto directo con los fuegos artificiales puede provocar quemaduras de segundo y tercer grado, afectando especialmente a niños que no tienen conciencia del peligro.
En términos de riesgos para la salud, el uso de pirotecnia también puede generar contaminación sonora y del aire. Los fuertes ruidos pueden causar daños auditivos a largo plazo, mientras que los residuos de los fuegos artificiales liberan partículas tóxicas al aire, afectando a personas con problemas respiratorios o cardiovasculares, como los ancianos y personas con enfermedades preexistentes.
En México, el uso de pirotecnia está regulado por la ley, pero muchas veces se venden y utilizan de manera ilegal. Aunque la ley establece ciertas restricciones para la compra y venta de artículos pirotécnicos, incluyendo la necesidad de contar con permisos especiales, la venta de productos no autorizados sigue siendo común. Esto no solo aumenta los riesgos para la salud y seguridad de las personas, sino también para la fauna.
El uso irresponsable de pirotecnia también afecta la seguridad pública. Las autoridades reportan cada año un incremento en las llamadas de emergencia relacionadas con accidentes de pirotecnia, desde quemaduras hasta incendios provocados por fuegos artificiales mal manejados.