Tras el intento de asesinato del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, reconoció ante el Congreso que fue el "mayor fracaso operativo" de la agencia "en décadas".
En una audiencia ante un comité de la Cámara de Representantes, Cheatle asumió "la responsabilidad completa" del lapso en "seguridad" de su agencia y aseguró que están cooperando con las investigaciones sobre el atentado.
La directora del Servicio Secreto dijo que tenía presente a Trump y a su familia y expresó sus condolencias a las víctimas del tiroteo de ese día, entre ellas Corey Comperatore, el bombero que asistió ese día al mitin y murió protegiendo a su familia, y James Copenhaver, quien recibió un disparo.
Cheatle dijo que "movería cielo y tierra" para asegurarse de que un suceso similar no vuelva a repetirse.
También reconoció a los agentes que actuaron con rapidez para proteger al ex presidente cuando sonaron los disparos.
"Estoy más que orgullosa de las acciones llevadas a cabo por el equipo del ex presidente, el equipo de francotiradores que neutralizó al pistolero y el equipo táctico que proporcionó cobertura durante la evacuación".
La funcionaria evadió responder por qué no había ningún agente en el techo donde se encontraba el tirador de 20 años que fue abatido por el Servicio Secreto.