México está lejos de convertirse en un referente en el Desarrollo Sustentable del Campo, al incumplir con las normas ambientales, debido a que el uso de fertilizantes tóxicos y prácticas dañinas al medio ambiente continúan.
En el 72% de la superficie de la Industria Alimentaria son utilizados fertilizantes químicos, pues aceleran los procesos y magnifican los volúmenes.
En 2019 fueron contabilizadas 204 mil 623 unidades económicas agrícolas, destacando el Estado de México, Oaxaca y Puebla. Generando un Producto Interno Bruto durante el cuarto trimestre de ese año de 4.22 billones de pesos, cifra que ascendió a 4.92 billones durante 2021.
La agricultura y ganadería son los sectores que más agua utilizan, de acuerdo con Greenpeace se desperdicia el 57% de lo utilizado, además de contaminar más del 70% de los cuerpos de agua del país con la descarga de aguas residuales , sumado a la infiltración de sedimentos de los fertilizante.
Se estima que el ganado genera el 40% de las emisiones globales de amoniaco que contaminan el aire.
La tierra también es víctima del uso desmedido de fertilizantes y plaguicidas que incluso han sido prohibidos en otros países y señalados como altamente peligrosos por la FAO, pero que debido a la disminución de hasta el 30% de la importación de fertilizantes, se han convertido en una alternativa para los agricultores.
En México hay identificados 125 sitios, en 23 estados, con contaminación por plaguicidas en agua o suelo, la mayoría en Campeche, Guerrero y Sinaloa, según el estudio realizado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), el hexaclorociclohexano es el plaguicida más detectado, seguido del DDT y el endodulfán.
De acuerdo con expertos en toxicología, la falta de capacitación, regulación y recursos, la compra de productos a granel y mezclas sin control llevan a intoxicaciones del suelo, el jornalero y el consumidor final al existir persistencia del compuesto hasta por 15 años que puede alojarse en la pulpa de los frutos.