En los últimos años, la gentrificación ha dejado su huella en las calles de Morelia, donde colonias como las Chapultepecs, Cuauhtémoc, las Américas e incluso el centro histórico han experimentado una transformación que ha generado tanto beneficios como controversias.
Sandra Paz, una comerciante afectada por este fenómeno, relata cómo tuvo que trasladar su cocina económica debido al aumento de restaurantes y los consiguientes incrementos en los costos de renta y empleados.
La gentrificación, un proceso de revitalización urbana que atrae a residentes con mayor poder adquisitivo, puede llevar a un aumento de los precios de vivienda y del costo de vida, desplazando así a residentes de larga data y alterando la dinámica socioeconómica y cultural del vecindario.
Liliana Vizcaíno, arquitecta y docente de la Universidad Vasco de Quiroga, destaca cómo la inversión privada transforma los espacios urbanos en respuesta a la demanda estética y cultural, a menudo modificando el entorno.
Ana Alonso, una servidora pública, narra cómo el desarrollo de plazas comerciales y cines ha provocado un aumento en su renta, obligándola a mudarse a lugares más distantes.
El aumento de rentas y precios de servicios y productos afecta a residentes como Lourdes Lázaro, quien ahora paga una renta más elevada debido a la creciente demanda de propiedades en las zonas gentrificadas.
Vizcaíno, advierte sobre las consecuencias negativas de la gentrificación, como el encarecimiento de servicios básicos.
Expertos sugieren adoptar políticas redistributivas para contrarrestar los efectos negativos de la gentrificación, utilizando los recursos generados para impulsar la regeneración de otras áreas afectadas por este fenómeno.
A medida que Morelia y otras ciudades continúan evolucionando, es crucial abordar estos desafíos de manera colaborativa y compasiva para mitigar el impacto social y cultural de la gentrificación.