En los últimos años, el uso de suelo en áreas habitacionales y fraccionamientos ha visto un cambio significativo, con el surgimiento de pequeños negocios operando desde viviendas particulares. Esta tendencia, aunque beneficiosa para el emprendedor, puede tener efectos negativos en la comunidad y plantea desafíos regulatorios y sociales.
Históricamente, las áreas habitacionales se han reservado para viviendas y actividades residenciales. Sin embargo, la necesidad de diversificar ingresos y la comodidad de trabajar desde casa ha llevado a un aumento en los negocios caseros. Desde tiendas de abarrotes hasta salones de belleza y consultorios médicos, estos pequeños establecimientos han proliferado en barrios residenciales.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México operan más de 4 millones de micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), de las cuales una significativa porción lo hace desde domicilios particulares. Estudios recientes indican que cerca del 30% de estos negocios se ubican en áreas originalmente destinadas para uso habitacional, lo que hace que se violente la reglamentación de uso de suelo, donde se prohíbe esta acción, así como la invasión de áreas, de equipamiento.
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El establecimiento de negocios en áreas residenciales puede traer beneficios como la creación de empleo y la comodidad para los consumidores. Sin embargo, también puede generar problemas como: Aumento del Tráfico y Ruido, Competencia Desleal o incluso problemas entre vecinos.
El uso de suelo comercial en áreas habitacionales es un fenómeno creciente que refleja cambios en la dinámica económica y social. Si bien ofrece oportunidades para el emprendimiento y la conveniencia, también plantea desafíos que requieren una gestión equilibrada y colaborativa entre emprendedores, residentes y autoridades.