En México, los hombres en situación de vulnerabilidad enfrentan un obstáculo adicional a sus circunstancias difíciles: la falta de acceso a programas sociales. Aunque el gobierno federal ha implementado diversas iniciativas para apoyar a sectores marginados, los hombres son una de las poblaciones que menos se beneficia de estos recursos. La causa principal parece radicar en una combinación de barreras culturales, sociales y estructurales que dificultan su acceso, lo que a su vez tiene consecuencias graves tanto para su bienestar como para el desarrollo social del país.
Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), solo el 18% de los hombres en situación de pobreza extrema en México acceden a programas sociales, comparado con el 34% de las mujeres en la misma condición. Esto revela una brecha significativa en el aprovechamiento de los recursos disponibles. Entre los programas que más excluyen a los hombres se encuentran aquellos relacionados con apoyos para personas desempleadas y en situación de vulnerabilidad económica, como "Jóvenes Construyendo el Futuro" y "Sembrando Vida". A pesar de que estos programas no excluyen explícitamente a los hombres, solo el 23% de los beneficiarios de Jóvenes Construyendo el Futuro son hombres, según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. en Nogales no se es la excepción aunque existen programas para su beneficio son pocos los hombres registrados.
Una de las razones principales de este fenómeno es la resistencia cultural de muchos hombres a solicitar ayuda. En una sociedad donde prevalece el estigma de que los hombres deben ser los principales proveedores, muchos evitan pedir apoyo por miedo a ser percibidos como débiles o dependientes. "Los hombres tienden a ver los programas sociales como un último recurso, lo que se suma a la presión social de demostrar su autosuficiencia," explica el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en un estudio reciente sobre la participación en programas sociales.
Otro factor es la falta de difusión y diseño de programas dirigidos específicamente a hombres vulnerables. Mientras que los programas sociales suelen enfocarse en madres solteras, mujeres víctimas de violencia y adultos mayores, pocos están diseñados teniendo en cuenta las necesidades y contextos específicos de los hombres, especialmente aquellos en situaciones de desempleo o en riesgo de exclusión social.
El impacto de esta desconexión es grave y multifacético. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los hombres representan el 80% de las personas en situación de calle en el país, muchos de los cuales podrían beneficiarse de programas de apoyo económico, capacitación laboral y acceso a vivienda. Además, el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz destaca que los hombres en vulnerabilidad también enfrentan mayores riesgos de caer en conductas delictivas, abuso de sustancias y problemas de salud mental, como lo demuestra el hecho de que los hombres representan el 80% de los suicidios en México.