La vida después de la muerte: el estado de los panteones en México
En México, la preservación de los espacios funerarios se enfrenta a diversos retos en términos de mantenimiento, capacidad y normatividad. Los panteones, lugares sagrados y de memoria colectiva, han sido históricamente esenciales en las tradiciones mexicanas, particularmente en fechas como el Día de Muertos. Sin embargo, el crecimiento poblacional, la urbanización y la falta de recursos para su cuidado han generado preocupaciones sobre su funcionamiento y sostenibilidad.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2023 México cuenta con aproximadamente 4,500 panteones públicos y 1,200 privados distribuidos en los 32 estados del país. De estos, un 70% de los cementerios públicos enfrentan problemas de sobrecapacidad, especialmente en grandes ciudades como Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. En nuestra frontera son 7, y al igual que en el resto del país las autoridades buscan alternativas, como la expansión de terrenos o la implementación de políticas más estrictas para la reutilización de tumbas.
A nivel nacional, se estima que 20% de los panteones públicos requieren de una intervención urgente en infraestructura debido a daños causados por la falta de mantenimiento, robo de materiales y el desgaste natural de los años, en Nogales Jardines del edén es el panteón en el que se trabaja para poder abrir nuevos espacios.
Por otro lado, los panteones privados suelen estar mejor conservados, dado que operan bajo esquemas de financiamiento propios. No obstante, estos suelen ser accesibles para un sector reducido de la población, ya que los costos pueden oscilar entre $10,000 y $100,000 pesos mexicanos por un lote funerario. Ante esta situación, algunas ciudades han optado por impulsar la cremación como alternativa para aliviar la saturación de los panteones.
En 2023, 30% de los fallecimientos en el país resultaron en cremaciones, una tendencia en aumento que podría aliviar la presión sobre los cementerios en los próximos años. El futuro de los panteones en México dependerá de una mayor inversión en su conservación y de la creación de políticas públicas que garanticen su operación digna y sostenible.
