En medio de una noche de las más crudas y frías que se presentaban en esta temporada invernal, entre los recónditos donde nadie se atreve a pensar existen seres humanos aferrados a la vida a pesar de las adversidades, se negaron a dejar esos congelados espacios. De ahí, elementos del cuerpo de rescate escucharon un sí entre decenas de personas en situación de calle que se negaron refugiar en lugar seguro con cama, techo y alimento caliente para mitigar el clima extremoso. Él dijo sí; salió de un rincón en el que yacían varias personas en la misma condición; el resto, con respeto, amabilidad y agradecimiento, prefirieron seguir en ese rincón de la calle Ruiz Cortines. Ni se inmutaron al ofrecimiento de los trabajadores con chamarras verdes; en el lugar, en ese instante, se encontraban al menos otras seis personas que aseguraron que pasarían sin problema esa noche que auguraba temperatura de cuatro grados bajo cero, con rachas de vientos de 60 a 70 kilómetros por hora, además de lluvia y agua nieve. Era la información que habían dado a conocer las autoridades estatales y municipales de Protección Civil y con eso, el riesgo a una hipotermia a cualquier persona expuesta a la intemperie. Wenceslao no dudó en acompañar a los elementos de la Unidad de Protección Civil para pasar la noche segura; atrás dejó a los que ya empezaban a sentir los embates del clima y, por el contrario, subió a la unidad de emergencia y con gran felicidad salió rumbo al Centro de Sueños de Ministerios N.A.N.A, en la colonia Bella Vista, convirtiéndose en la personas número catorce en aceptar el traslado a un albergue en esta temporada de frío. Alrededor de las 23:00 horas, en un lugar casi despoblado de la ciudad recibieron a Wenceslao Sánchez, hombre de alrededor de 50 años, originario de Ciudad Obregón, pero acogido por muchos años en esta frontera, en la que ha encontrado los medios para subsistir. En medio de la noche fría que hacía estremecer hasta los huesos de aquellos que experimentan la crudeza del clima, salió el encargado del albergue, que ya aguardaba en la puerta para darle entrada no sólo a una persona en situación de calle, sino a un ser humano que momentos antes comentaba que en su vida normal sirvió a la sociedad como trabajador en la limpieza y que con mucho orgullo lo había hecho, sin embargo, malas decisiones, repercutieron para lo que hoy era su vida, uno más en las calles de esta frontera. "Conozco lo que ellos hacen; el Gobierno es bueno y hace muchas cosas por nosotros; desgraciadamente nos equivocamos, pero agradezco que se preocupen y quieran que no nos quedemos a dormir en las calles, por eso agradezco mucho por la ayuda que nos dan", dijo Wenceslao antes de encaminarse al lugar donde indiscutiblemente no le afectarían las bajas temperaturas. Cada historia es una vida, que a pesar de las circunstancias se trata de hijos, hermanos, padres, abuelos, amigos, compañeros; por la simple razón que son seres humanos con el mismo valor espiritual y para la misma sociedad, dijo César Ruiz, Coordinador de la Unidad de Protección Civil en esta localidad. En cada esquina, en cualquier recoveco, se encuentran historias de personas, en su mayoría aquellos que vieron en esta frontera la esperanza de transformar sus vidas cuando llegaran a Estados Unidos y formar parte de los indocumentados que con éxito cruzan dejando todo atrás sus lugares de origen por el llamado "Sueño Americano". La mayoría perdidos en la noción del tiempo, sueños que se ha esfumado y aunque aún lo guardaran en su mente, la triste realidad es que hoy son seres con cuerpos frágiles y vulnerables, deteriorados por enfermedades y sustancias que les han ayudado a acelerar el recorrido de sus vidas, cuerpos con vejez prematura, con futuros inciertos y necesitados de la caridad y la buena voluntad del prójimo. Nadie puede luchar contra sus convicciones a pesar del peligro y los riesgos que pueden afrontar en una ciudad que golpea fuerte por los climas extremos, ante todo esto, existe el respeto en lo único digno que poseen; sus derechos humanos que les brinda la Constitución. Conocedores de la situación de peligros y riesgos no se puede estar ajeno a sus necesidades, siempre en busca de salvaguardar la integridad de cada persona que ya tiene un lugar en esta ciudad y que forma parte de la sociedad, expresó el funcionario. El Gobierno de esta frontera, a través de la Unidad de Protección Civil no baja la guardia para el rescate de personas que se puedan localizar en calles, banquetas, en los rincones que por años les han servido de refugio en las cuatro estaciones del año. Con negativas por respuesta, Ruiz Ortiz comentaba que la labor de rescate es nunca dejar de luchar por los demás; ellos conocen la situación y los problemas a los que se enfrentan, aun así, las personas en situación de calle prefieren dormir en sus lechos improvisados con cartones, hules, cobijas, ropa y todo aquello que les sirva para pasar la noche. Firmes en sus decisiones, sin prestar atención a los peligros que significan las bajas temperaturas extremas, ha sido la forma de vivir de más de 80 personas que se han identificado en las mismas condiciones, principalmente en el primer cuadro de esta ciudad. La realidad de la vulnerabilidad de ellos, dijo César León, va mucho más de lo que expresan; la mayoría sabe lo que significa una prisión ya que han cumplido sentencia en Estados Unidos, o en esta misma ciudad, cuando se han visto involucrados en algún problema. "Esta es una de las principales razones por las que ellos dicen no a los albergues, aunque sean lugares que ofrecen cama, cobijas, calefacción, comida caliente; ellos prefieren la libertad pues temen ser engañados y que lo que les dicen son albergues, se conviertan en rejas que los haga recordar los años que estuvieron privados de su libertad". Son sus derechos, eso no quiere decir que no pensemos sobre los riesgos a los que se enfrentan, pero no debemos sacarlos por la fuerza y lo único que nos resta es seguir trabajando por nuestro deber, llevándoles una cobija, una colchoneta y continuar con el trabajo en equipo para que reciban, en lo posible, alimentos calientes, dijo León Ruiz. Algunos por fe, por amor al rincón que los acompaña en sus sueños, otros simplemente por el instinto o temor a sus fobias, o aquellos que ya no son conscientes de la realidad que les toca vivir, seguirán diciendo no, cada vez que los inviten a pasar una noche segura. El encontrar a una persona que se levanta y con mucho entusiasmo dice sí a un albergue, como lo hizo Wenceslao, entonces valen la pena las horas de trabajo en cada Operativo de Invierno para Personas en Situación de Calle, coincidieron todos los trabajadores de Protección Civil, cuando regresaban del Centro de Sueños NANA para seguir con la misma rutina tan humanitaria que hacen por la población más frágil de esta comunidad, pero con el mismo valor, porque significan vidas que necesitan de los demás. El Gobierno de Nogales agradece la colaboración del Centro de Sueños NANA, Albergue Don Bosco, Las Reinas y Proyecto Kino, por recibir a las personas que dicen sí a la vida.