Carlos René Padilla vio la luz? de las patrullas en Agua Prieta, Sonora en 1977. Desde niño le encanta escribir. Calmó sus ansias al trabajar de reportero.
"Cuando estaba en el periodismo ese gusanito se me tranquilizaba porque sacaba notas. A veces llega a la casa y no escribía nada porque llegaba todo cansado.", relata.
Aún así sentía la necesidad de fabricar historias. Carlos explicó que para él fue como escapar de la ley un año para dedicarse a su sueño.
"Escribir también tiene que ver con una necesidad. La bronca con la literatura es que es bien etéreo. Tu escribes una página y no es como que corras y la enseñas a un amigo. Si lo haces te dicen ¿qué sigue? Y no sabes. Escribir es un acto de fe tanto para uno como para los que te están apoyando, porque no van a ver el resultado hasta mucho tiempo después. Te hablo de un año o dos."
Sus crímenes ficticios empezaron con sus libros Un día de estos Faviola, Amorcito Corazón, Yo soy el Araña, No toda la sangre es roja, Los crímenes de Juan Justino y Rodrigo Cobra, Hércules en el Desierto, Bavispe entre otros.
"Yo empecé también como reportero. De una forma creo que muy fuerte me ha influido en mi literatura por todas las cosas que me tocó ver, que me tocó estar, algunos que me hubiera gustado que se hubieran tratado de otra forma. Y esa herramienta me la ha dado la literatura. Puedo retomar esos temas y empezar a contarlos desde esa parte. Todo lo que quieras hacer debes hacerlo con pasión y comprometido. Si no, solo se queda en la superficie.", comentó Padilla.
Su talento atracó 4 veces el concurso estatal Libro Sonorense y se llevó el motín del premio nacional Una Vuelta de Tuerca. Los géneros que más lo persiguen son el policiaco y novela negra.
"La literatura es un ente vivo que se va adecuando a la época en la que se está desarrollando." ?Carlos René Padilla, Los crímenes de Juan Justino y Rodrigo Cobra.