Cada año, la fe y devoción hacia la Virgen de Balvanera congrega a decenas de peregrinos en el histórico templo ubicado en la Aduana.
Desde enfermos que encontraron alivio tras encomendarse a ella, hasta familias que buscan agradecer milagros concedidos, la multitud refleja historias de esperanza y gratitud.
El templo, construido en 1683, tiene sus raíces en una aparición de la Virgen en esa zona, según la tradición oral, este acontecimiento inspiró a los primeros creyentes a edificar la parroquia como un acto de fe, un legado que sigue vivo más de tres siglos después.
Don Jesús Moroyoqui, originario del poblado de Masiaca, es uno de los fieles más antiguos, por 33 años, ha cumplido una manda que inició cuando su hijo fue diagnosticado con hidrocefalia causada por meningitis. "Me encomendé a la Virgen y ella nos cumplió", narra con emoción, desde entonces, ha peregrinado kilómetros junto a su familia en señal de agradecimiento, una tradición que, asegura, seguirá hasta que la vida se lo permita.
La devoción trasciende fronteras. Juan Ramón Barraza, encargado del templo, destaca que cada año la Virgen de Balvanera recibe más de 100 mil visitantes, incluyendo familias provenientes de España, Estados Unidos y Suiza.
Durante la pandemia, la fe cobró mayor relevancia, pues muchas personas se encomendaron a ella con la esperanza de sanación. "Muchos regresan año con año para agradecer los milagros recibidos", destacó.
En las vísperas de su festividad, las calles de la Aduana se llenan de cantos, rezos y ofrendas. Cada paso de los peregrinos es un testimonio vivo del poder de la fe, una tradición que une corazones y renueva esperanzas.